La cadena logística engloba todos aquellos procesos y medios que permiten que un producto llegue desde la empresa en la que ha sido fabricado hasta el punto de venta en el que es puesto a disposición del cliente final. O, incluso, directamente a manos de las personas que lo han comprado. Engloba el movimiento físico de los artículos, pero también el flujo de información que es necesario para asegurar que el bien llegue a su destino.
En la actualidad, no solo se busca que los productos lleguen a los consumidores en óptimas condiciones. También, se intenta que todo el proceso sea lo más rápido y eficiente posible, reduciendo tanto los costes como el impacto sobre el medio ambiente.
El objetivo final de la cadena logística es satisfacer la demanda de la clientela de recibir productos en mejores condiciones de calidad, coste y servicio. Reduciendo, a su vez, el coste que todo este procedimiento tiene para la empresa.
A día de hoy, una cadena logística bien diseñada e implantada es una importante fuente de ventaja competitiva que influye de manera muy positiva en los beneficios que obtiene la empresa.
Entre los objetivos que se pueden conseguir, vamos a destacar los siguientes:
Reducir el número de revisiones y de control de existencias
que hay que hacer sobre el stock. Procurando que aquellas que deban llevarse a cabo sean rápidas y cómodas.
Gestionar mejor el aprovisionamiento
de materias primas para la fabricación y adquirir los materiales en condiciones más adecuadas, para disminuir el tiempo invertido en las operaciones de desembalaje, preparación y adaptación.
Disminuir los costes de manipulación
, reduciendo la necesidad de cambiar la mercancía de sitio en varias ocasiones.
Redefinir los grupos de clasificación del stock
para minimizar su volumen y reducir la necesidad de espacios destinados al almacenaje.
Rebajar los costes de transporte
, llevando a cabo la agrupación de cargas y minimizando tanto las etapas como las distancias recorridas.
Un dato importante a tener en cuenta, es que la cadena logística varía en función del tipo de empresa y del sector del que estemos hablando, esto nos permite diferenciar entre tres grandes tipos de cadenas logísticas:
Es la más compleja y metódica, ya que se centra en la producción de mercancías a gran escala, y esto hace que tenga necesidades especiales en cuanto a almacenaje y distribución.
En este caso, las funciones logísticas se dividen en cuatro grupos:
Aprovisionamiento
: que tiene como finalidad suministrar a los centros de producción las materias primas que puedan necesitar, al mínimo coste posible.
Producción
: supone organizar todos los medios productivos para trabajar luego de manera más eficiente.
Distribución comercial
: es la coordinación entre los medios de transporte y el almacén. Determinando el transporte y la ruta más adecuados.
Servicio posventa
: la logística inversa se orienta a las devoluciones de pedidos.
Se centra principalmente en que los sistemas de aprovisionamiento y distribución sean lo más eficaces posible.
Aquí las funciones de la cadena logística se orientan principalmente al aprovisionamiento de bienes que son necesarios para llevar a cabo la actividad y que, generalmente, no se suelen almacenar, o no se almacenan en grandes cantidades. De ahí que se priorice la puntualidad y la calidad.
Para conseguir objetivos como los que hemos señalado, el primer paso que hay que dar es una adecuada planificación del proceso logístico, teniendo en cuenta todos los subprocesos o etapas que se van a dar dentro del mismo: gestión de la ubicación en el almacén, preparación de pedidos, etc.
En esta etapa lo que se hace es diseñar cómo se van a llevar a cabo, y con qué herramientas, cada una de las operaciones logísticas.
Una adecuada gestión del stock agilizará el proceso de recepción e inventario de las nuevas mercancías, asegurándole a la empresa que no está llenando sus almacenes de materiales que no necesita y que no va a sufrir escasez de otros bienes que sí son necesarios.
Una vez que las mercancías recibidas han sido registradas en el sistema y constan en el inventario, se procede a su ubicación en el almacén. Hoy en día, las nuevas tecnologías permiten tener un control absoluto del lugar en el que se encuentran las distintas referencias que se tienen almacenadas, lo que simplifica su búsqueda cuando estas hacen falta.
En algunas ocasiones, la ubicación de las mercancías en el almacén puede implicar hacer un transporte interno de las mismas entre diferentes instalaciones de la misma empresa.
La etapa de manipulación de la mercancía debe estar diseñada de tal manera que haya que dar el menor número posible de pasos para conseguir el resultado final deseado.
La última etapa de la cadena logística implica gestionar los envíos, diseñando rutas que sean lo más eficientes posibles.
Es algo bastante frecuente confundir los términos cadena logística y cadena de suministro, porque están estrechamente relacionados, pero no son lo mismo.
Como hemos señalado antes, la cadena logística tiene como objetivo realizar una entrega eficiente de productos al consumidor final, y es una de las partes de la cadena de suministro. La cadena de suministro engloba todas aquellas actividades que están relacionadas con la creación de un producto, desde que este es diseñado hasta que llega al punto de venta. Es decir: diseño, fabricación del producto, adquisición de materias primas, organización de las líneas de montaje, acciones de marketing, proceso logístico y servicio postventa.
En el entorno actual, las empresas necesitan una cadena de suministro y una cadena logística que sean lo más eficientes y sostenibles posible y, para ello, tienen que contar con auténticos especialistas que les ayuden en su diseño. Si te interesa este campo profesional, puedes prepararte para trabajar en él con nuestro Bachelor en Ingeniería de Organización Industrial.