Se trata de una metodología que surgió hace algo más de 40 años, y cuyo foco principal radica no solo en definir objetivos alcanzables, sino hacer que estos sean comunicables. Lograr que todos los agentes implicados entiendan fácilmente cuáles son los objetivos de tu empresa es fundamental para que estos se cumplan, de ahí que se tenga en cuenta en unos estudios de Bachelor en Administración de Empresas.
Pero, ¿cómo crear una estrategia de objetivos SMART adecuadamente? Te lo contamos en este artículo.
Para entender mejor a qué nos referimos, es importante definir qué son los objetivos SMART. Este acrónimo responde a las siglas, en inglés, de las cinco características que deben reunir los objetivos que se marque cualquier empresa o entidad:
S: específicos (Specific)
M: medibles (Measurable)
A: alcanzables (Achievable)
R: realistas (Realistic) o relevantes (Relevant)
T: con límite de tiempo (Time-based)
Según George T. Doran, el consultor empresarial que acuñó por primera vez este término, todos los objetivos planteados en cualquier empresa deben cumplir estas características para definir una buena estrategia que permita alcanzarlos.
Un error que se suele repetir con cierta frecuencia en los departamentos de liderazgo y alta dirección de las compañías a la hora de marcar los objetivos anuales es plantearlos de forma demasiado etérea, sin aterrizarlos para establecer las acciones que permitirán alcanzarlos.
La metodología SMART se basa en trasladar a la práctica una concepción teórica de éxito en un negocio; de ahí la importancia de asegurarnos de que los objetivos de nuestra empresa cumplen estas cinco cualidades imprescindibles.
La principal consecuencia de no definir objetivos correctamente es no cumplirlos, lo cual genera un gran efecto de pesimismo que se extiende entre los trabajadores y las trabajadoras de la compañía. Y, en muchas ocasiones, esa falta de consecución no se debe a la ausencia de resultados, sino a que los objetivos no estaban todo lo claros que deberían desde un primer momento. Esto hace que las personas que forman parte de la plantilla no sepan exactamente qué metas tienen, y, por tanto, no las consigan.
Diseñar una buena estrategia pasa, primero, por saber cómo definir los objetivos SMART correctamente. La mejor forma de asegurarnos de que los objetivos que planteamos son adecuados es analizar hasta qué punto cumplen cada una de las cinco características:
Ser totalmente claro y específico con los objetivos que tiene tu empresa es uno de los aspectos más importantes para crear tu estrategia. Para ello, debes tener en cuenta quién es el público objetivo a quien te quieres dirigir, cuál es tu propuesta de valor y cómo vas a llevarla a cabo.
Por ejemplo, si tienes el objetivo de incrementar tus ventas, sin más, estás lejos de ser lo específico que necesitas para consolidar el crecimiento de tu negocio. Trata de ser más específico y acotar en tiempo y en valores numéricos qué resultados quieres obtener. En este caso, un buen objetivo específico podría ser: incrementar las ventas del producto X en un 150% a finales de 2024.
La segunda cualidad que deben reunir los objetivos de tu negocio es que se puedan medir, porque, de lo contrario, hablamos de objetivos intangibles cuya consecución no se puede analizar objetivamente. Por tanto, es importante establecer metas tangibles, traducidas a números o porcentajes para que se puedan medir sin grandes complicaciones.
Asimismo, asegúrate de contar con las herramientas de análisis y monitorización necesarias para medir los resultados de tu empresa. De esta forma, al final del período establecido podrás saber con total certeza si has cumplido tus objetivos o no.
Pretender lanzar un objetivo de forma aventurada no suele ser buena idea. Los objetivos deben ser alcanzables, y ello pasa por ejecutar varias fases. En primer lugar, analiza el crecimiento de tu empresa a lo largo de los últimos años para establecer una tónica que te permita plantear un crecimiento en consonancia con el registrado hasta ahora.
A continuación, evalúa la estructura interna de tu empresa y los recursos de los que dispones para lograr los objetivos. No es lo mismo plantearse un crecimiento porcentual si tienes 10 trabajadores que si tienes 100.
Después, valora todos los factores externos que puedan influir en la consecución de tus objetivos, y adáptalos según las previsiones realistas. Por ejemplo, si una parte de tu negocio se desarrolla en otro país, analiza cuál es la situación política, económica y social de dicho país, porque podría influir en tus resultados de venta allí.
A la hora de definir los objetivos de tu compañía, es importante saber distinguir entre los que son estratégicos y los que no. Es decir, aquellas metas que harán que tu compañía crezca de forma directa o que te permitan descubrir y aprovechar nuevas oportunidades de negocio. También es importante plantear objetivos que sean relevantes para consolidar tu fuerza de trabajo e involucrar a tus trabajadores en el proceso.
Cumplir las cuatro características previas no sirve de nada si no te marcas un plazo de tiempo para lograr tus objetivos. Contar con este período en el horizonte nos ayuda a mantener el foco en las acciones que debemos ejecutar para conseguirlos, y permanecer centrados en las metas establecidas para cumplirlas en tiempo.
El plan de crecimiento de cualquier compañía tiene una base clara y unos cimientos sobre los que debe pivotar toda la estrategia: los objetivos SMART. Por ello, en la Universitat Carlemany diseñamos nuestros planes de estudio del ámbito de gestión empresarial en base a ellos.
Así, tendrás a tu disposición todas las herramientas necesarias para llevar a cabo una buena gestión y organización empresarial orientada al crecimiento y a la expansión nacional e internacional.
¡Da el paso y embárcate en esta apasionante aventura con nosotros!