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Cómo debe ser una empresa socialmente responsable

25 de noviembre de 2020Universitat CarlemanyODS Actualización : 21 de julio de 2023
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La responsabilidad social empresarial o corporativa (RSC) es una de las preocupaciones principales de las empresas hoy en día. Por ello, nuestro programa en Ingeniería en Organización Industrial incluye materias relacionadas con el desarrollo sostenible y la toma de decisiones. Aspectos ambos que toda empresa incorpora en sus estrategias de responsabilidad social.

Qué es la responsabilidad social empresarial o corporativa

El Libro Verde de la Comisión Europea establece que «la responsabilidad social corporativa es la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con todos sus interlocutores».  Esta definición pone de manifiesto que la responsabilidad social empresarial incluye los siguientes parámetros:

  • Voluntariedad.
  • Preocupación por cuestiones sociales.
  • Preocupación por el medio ambiente.
  • Incorporación de los tres anteriores en todos los procesos de toma de decisiones y acciones.

Hay que tener en cuenta que la responsabilidad social empresarial no responde únicamente a motivos éticos o de conciencia, sino también a criterios económicos.

Si se atiende al concepto de empresa como conjunto de recursos, se comprenderá mejor cómo la responsabilidad social corporativa afecta a la obtención y disposición de estos. Hay que tener en cuenta que una empresa, independientemente del sector al que pertenezca, no tiene derechos de propiedad sobre todos los recursos que necesita y que usa. Proveedores, clientes, empleados y administraciones públicas proveen a la empresa de determinados recursos: materias primas y servicios, talento y fuerza de trabajo, infraestructuras y licencias respectivamente, por nombrar algunos.

Para obtener la mayor cantidad de todos esos recursos de la manera más eficiente, la empresa debe relacionarse con cada uno de esos agentes de manera óptima. La ética y los demás principios que engloba la responsabilidad social empresarial forman parte del código de conducta que las compañías deben emplear en dichas relaciones. Un código de conducta que, por tanto, pasará a integrar la imagen de marca de la propia empresa.

La voluntariedad en la responsabilidad social corporativa

En la definición que se extrae del Libro Verde de la Comisión Europea, la voluntariedad es la primera característica que llama la atención. Que el comportamiento de la empresa sea capaz de aportar el mayor valor a cada una de las partes con las que se relaciona no es algo que imponga la ley, sino algo que debe surgir de los propios valores de la empresa. Si esta responsabilidad derivara de la ley, no hablaríamos de responsabilidad social empresarial, sino de responsabilidad legal, simple y llanamente.

La voluntariedad debe estar enfocada en un sentido muy concreto: aportar valor a cada uno de los actores de la actividad empresarial. Tanto dentro (empleados, accionistas, socios, etc.) como en el exterior: proveedores, clientes, administraciones.

La voluntariedad es clave en el desarrollo de la responsabilidad social empresarial. Pero no por ello debe perderse de vista que el mismo concepto nació a partir de un grupo heterogéneo de presiones:

  • Por parte de la sociedad civil.
  • Proveniente del mercado.
  • La que surge en el entorno.
  • Presión ejercida por las instituciones.

Estas cuatro fuentes de presión respondían a intereses lícitos que obligaron a las empresas a considerarse como parte del tejido social en el que se insertaban. Gracias a ello, la responsabilidad social corporativa juega hoy un importante papel en todos los sectores económicos.

¿En qué consiste la atención a los diferentes grupos de interés?

Como la empresa debe relacionarse de manera equilibrada con todos sus interlocutores, para que la responsabilidad social corporativa sea realmente efectiva, deben considerarse todas las dimensiones de dicha empresa.

La dimensión financiera será la más importante, ya que el fin último de toda compañía es engordar la cifra de negocio. Aunque la responsabilidad social empresarial se encarga de que la manera de lograrlo se ajuste a parámetros éticos, racionales y a principios de sostenibilidad.

También es importante la dimensión comercial. Centrada en las ventas, como su nombre indica, debe tener en cuenta las necesidades y expectativas de los clientes. En ocasiones ambas difieren, y la empresa debe ser capaz de atender a las dos de manera efectiva y ponderada.

La productividad es otra de las dimensiones a tener en cuenta. Esta depende de las relaciones con grupos que aportan recursos tales como la fuerza de trabajo, recursos materiales (proveedores) y recursos económicos (accionistas)

Si bien la responsabilidad social empresarial es voluntaria, no se debe dejar de lado la dimensión legal que afecta a cualquier empresa. Toda compañía debe cumplir con la legislación aplicable a su constitución, desarrollo de la actividad y cese de la misma si llegara el caso. Se puede decir que cumplir con la legalidad vigente también forma parte de la responsabilidad social corporativa.

Toda empresa cuenta, inevitablemente, con una dimensión humana. Desde las personas que aportan su fuerza de trabajo, hasta quienes fundaron la empresa, pasando por accionistas y mandos intermedios.

Por último, la empresa cuenta con una dimensión social y ambiental. Aquí se considera el efecto que la actividad de la empresa tiene sobre la sociedad en la que se integra y sobre el medio ambiente.

A la hora de definir los valores que regirán el funcionamiento de una empresa y que permearán en la estrategia de responsabilidad social empresarial de la misma, hay que considerar todas estas dimensiones.

Conclusión

En conclusión, podemos decir que, hoy en día, la responsabilidad social empresarial funciona como un instrumento que mejora la competitividad de las empresas. Igual que las soft skills de los líderes de las empresas los facultan para relacionarse mejor con otras personas, la responsabilidad social empresarial da a las compañías las herramientas necesarias para relacionarse en los mejores términos posibles con otras compañías, con las administraciones públicas y con su propia fuerza de trabajo. La capacidad para atraer talento y clientes depende tanto de estrategias de marketing como del modo de conducirse de las empresas. Este, a fin de cuentas, aporta gran parte de su contenido a la imagen de marca de cada compañía, ya sea de manera voluntaria o involuntaria.