La igualdad de género es uno de los temas primordiales en cualquier sociedad, y es, sin duda, imprescindible para que los Objetivos de Desarrollo Sostenible se cumplan con éxito. La discriminación y la desigualdad afectan diariamente a millones de mujeres en todo el mundo. Pese a los avances que ha habido en los años recientes, la situación sigue siendo devastadora en todo el planeta, y aún queda un largo camino por recorrer.
Para alcanzar la igualdad de género a nivel global, la educación y la formación tienen un papel fundamental. Sin duda, las instituciones educativasson agentes de cambio para lograr cualquier avance en el mundo. Desde el sector de la formación, la divulgación de todos los aspectos relacionados con lograr la igualdad de género es vital para poder alcanzarla en el futuro.
Por supuesto, las instituciones educativas y universidades tienen la obligación de garantizar la equidad entre mujeres y hombres en todos los aspectos. Cualquier discriminación por razón de género va en contra de los Derechos Humanos. Las mujeres deben tener las mismas posibilidades de acceso que los hombres en materia de escolarización, estudios y formación.
La igualdad de género permite que las sociedades sean sólidas, y que los países sean prósperos. No solo es el Objetivo número 5 de desarrollo sostenible, sino que es un aspecto transversal a toda la Agenda 2030. No puede llevarse a cabo ninguna acción o estrategia que no vaya de la mano con la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
En todos los ámbitos existen prejuicios, tanto explícitos como implícitos, que a su vez construyen roles de género contra los que es necesario combatir diariamente para llegar a conseguir el objetivo. En este aspecto, las universidades tienen un papel fundamental para cambiar esta percepción discriminatoria.
Para cualquier institución educativa, es prioritario permitir el acceso a la educación a mujeres y hombres, sin distinción por razones de género. Solo así, mujeres y hombres tendrán las mismas oportunidades de competir en el mundo laboral.
En primer lugar, se trata de equidad y justicia. Las mujeres y los hombres tienen las mismas capacidades intelectuales y el mismo potencial profesional. El hecho de que muchas mujeres tengan que superar más obstáculos en su trayectoria profesional que los hombres es una injusticia y un tema prioritario a resolver.
La institución educativa deberá crear mecanismos que fomenten el igual acceso a los programas formativos a mujeres y a hombres.
Una de las acciones en las que las universidades pueden tener más influencia es en fomentar la igualdad de género, estableciendo mecanismos en la universidad para llevar a cabo una tarea de sensibilización.
Esta tarea de sensibilización es necesaria para hacer entender que mujeres y hombres tienen los mismos derechos y libertades, y que, en ningún caso, es justificable limitar o censurar a la mujer por razón de su género.
Para conseguir que la igualdad de género y formación vayan de la mano, es necesario hacer ver este hecho, y establecer estrategias que favorezcan la incorporación de la mujer a los puestos de responsabilidad en universidades y otros centros formativos.
El sexismo lingüístico es la utilización del lenguaje con usos discriminatorios por motivos de sexo. La divulgación de un lenguaje no sexista es una de las acciones clave que puede llevar a cabo una universidad.
Una forma de ver si existe el sexismo lingüístico es la “regla de inversión”. Esta establece que la corrección de un texto se determina mediante la sustitución de los sustantivos femeninos por masculinos, y al revés.
Para conseguir la igualdad de género en las universidades, es necesaria la concienciación de todos y cada uno de los integrantes de la institución. No obstante, esto solamente se puede lograr fomentando por parte de la misma universidad esa paridad, y trasladando dichos valores a las aulas. Por supuesto, el respeto y el diálogo tienen que estar presentes siempre, ya que son una pieza indispensable para conseguir cualquier avance.
La igualdad de género en el sector de la formación equivale a que todo el alumnado sea capaz de entender que la equidad es un valor fundamental en la sociedad. Solo de este modo se podrá conseguir un modelo educativo en el que todas las personas tienen las mismas oportunidades, presentes y futuras.
Sin lugar a duda, conseguir estos cambios es un reto que no solo afecta a las universidades ni a otros centros de formación, aunque estos tengan un papel imprescindible. Es una modificación de la conducta social que afecta a todas las personas, sin excepción.
Existe un techo de cristal que se basa en una desigualdad existente en la sociedad, y que evita que las mujeres consigan los mismos logros que los hombres. Eso es lo que hay que romper para estar cada día más cerca de conseguir la igualdad de género.