Las fuentes de energía renovables son de varios tipos, incluso en la captación de la misma. Los estudios en ciencias ambientales explican con detalle la diferencia entre energía solar térmica y fotovoltaica.
Estos métodos de captación de energía, aunque tomen el sol como fuente, son diferentes. Y las diferencias no llegan solo a cómo se obtiene la energía, sino también a su almacenamiento o finalidad. Por lo tanto, hay que saber de qué manera funciona cada caso.
Lo cierto es que las posibilidades de cada técnica son variables y, por lo tanto, las consecuencias también. Tomar como referencia una energía renovable es útil pero, no en vano, es conveniente saber cuáles son los pros y los contras. Es por eso que la información se convierte en una clave esencial.
Hay, pues, varias diferencias que has de tener en cuenta y enumerarlas es básico para hacer un buen trabajo. Estas son las más importantes:
Las propiedades del sol que se captan en cada sistema son distintas. En la energía solar térmica, lo que se hace es tomar el calor que genera el sol, mientras que en la energía solar fotovoltaica se toma la radiación. Por lo tanto, estamos ante una metodología estructuralmente distinta.
Hay que señalar que los sistemas de captación son parecidos, aunque en ambos casos se utilizan paneles. Lo que sí has de saber es que, la gestión y almacenamiento que se realiza de la energía es distinta. Como se puede ver, aunque desde fuera parezca similar, la captación que se realiza es totalmente diferente.
Hay que señalar, también, que la mayoría de las veces, la energía solar térmica utiliza estancias más grandes que la fotovoltaica.
Los usos de la energía solar suelen ser diferentes, en función del método de captación de cada caso. Y esta es una de las cuestiones clave.
La energía solar térmica se utiliza, por regla general, para calentar agua y, de esa forma, generar electricidad. Por otra parte, el calentamiento del agua también sirve para sistemas de calefacción doméstica. Ahora bien, lo que conviene señalar es que, en este caso, no se genera electricidad de forma directa. La aplicación, en última instancia, puede servir a gran escala o a pequeña escala, de manera que conviene tenerlo en cuenta.
Por otra parte, la energía solar fotovoltaica sí genera electricidad. Y, en consecuencia, se utiliza, sobre todo, para instalaciones individuales, como viviendas, comunidades de propietarios, pequeñas empresas o explotaciones agrícolas. Eso sí, hay que recordar que, por lo general, la aplicación es a pequeña escala.
Los métodos de almacenamiento que tienen ambos sistemas son, también, distintos. Y este es otro elemento relevante en lo referente a las infraestructuras que se van a utilizar.
La energía solar térmica funciona, básicamente, mediante almacenamiento en depósitos de agua. Hay que recordar e insistir en que no genera electricidad directamente, sino que sirve para calentar líquidos que pueden utilizarse con finalidad eléctrica o, simplemente, para el lavado. La capacidad de estos depósitos puede ser variable, desde pequeñas a grandes instalaciones. Lo cierto es que existen parques de energía solar térmica de grandes capacidades.
Por otra parte, la energía solar fotovoltaica se almacena en baterías. Eso sí, las dimensiones pueden variar según el caso. No en vano, lo que se busca es utilizarla para usos eléctricos, de manera que es fácil de distinguir.
El coste de cada una de estas energías es distinto. Ahora bien, es relevante señalar que existen economías de escala en función de las dimensiones de cada instalación.
Ambos sistemas de energía requieren de una instalación costosa a corto plazo. Y es importante remarcar que, para tener éxito, conviene trabajarlo a medio y largo plazo. No en vano, el periodo de amortización de estas instalaciones es de un mínimo de 7 años. Por lo tanto, es sumamente importante que recuerdes que iniciarte en esta energía implicará una inversión.
Ahora bien, lo cierto es que las instalaciones fotovoltaicas suelen ser algo más baratas que las térmicas. El motivo está, básicamente, en las dimensiones de ambas. En consecuencia, convendrá que lo consideres cuando toque elegir precio.
El método de captación solar va a variar en función de cada situación. En consecuencia, es conveniente que sepas cuáles son las alternativas disponibles:
La generación de electricidad doméstica funcionará mejor con un panel de energía fotovoltaica. No en vano, se conseguirá una transformación directa y, por lo tanto, es un método funcional. Ahora bien, hay que señalar que este método funcionará bien en zonas con una alta insolación anual, de manera que has de realizar una valoración previa para ver si es una fuente de energía viable en un determinado contexto.
La generación de electricidad a gran escala es más efectiva con la energía solar térmica. Por lo tanto, no ha de extrañar que existan grandes centrales especializadas en esta función, puesto que se encargan de calentar el agua que, a través de su temperatura, genera energía eléctrica. Al final, lo que se necesita es un gran depósito que se pueda calentar a medio y largo plazo.
La generación de calefacción es más efectiva con la energía solar térmica. De hecho, se trata de calentar el agua que, si circula por determinados conductos, puede generar calor. En este sentido, es más eficaz y rápido este sistema que el solar fotovoltaico.
El almacenamiento es otra de las capacidades en las que hay diferencias. Si lo que deseas es guardar un caudal de energía que posteriormente puedas utilizar, es preferible la energía solar fotovoltaica. No en vano, esta es la forma de poder utilizar posteriormente ese sobrante para tus usos domésticos y/o profesionales.
La diferencia entre energía solar térmica y fotovoltaica es relevante, y cualquier especialista en energías renovables ha de conocerla. En consecuencia, estudiar algún tipo de formación especializada se hace hoy más importante que nunca.