El diseño socialmente responsable es una de las premisas que han de asumir empresas e instituciones para cumplir con lo establecido en la Agenda 2030. Algo que ya debe tenerse en cuenta, sin duda, en los temarios de los estudios relacionados con el diseño. En este sentido, esta entrada explica de qué manera el diseño puede velar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La definición sintética de diseño socialmente responsable es la de aquel que, además de ocuparse de las cuestiones técnicas y/o económicas, tiene en cuenta el impacto medioambiental y social. Es, en definitiva, un diseño con compromiso social.
Ahora bien, para que consideremos que un diseño es socialmente responsable, ha de cumplir unas premisas. Esta entrada quiere definir cuáles son los casos y cómo se implementan. Además, hay que señalar que la responsabilidad social puede, o no, tener un retorno económico; dependerá de la finalidad.
En los últimos años, este concepto ha ganado peso porque el cliente es más exigente. Hoy no se pide solo que un producto sea funcional, atractivo y con buen precio; se pide, también, que tenga valores y alma. Y no ha de extrañar que las empresas se tengan que adaptar a esta demanda. Cuando se diseñe un producto, se tendrán que considerar unas premisas de entrada para cumplirlo.
Por cuestiones de facilidad de comprensión, dividimos la información en dos apartados. En primer lugar, las premisas que ha de cumplir este diseño. Posteriormente, explicaremos de qué manera consigue el impacto que tiene.
El diseño, para ser socialmente responsable, ha de cumplir una serie de premisas. Es importante que las conozcas para poder tomar decisiones prácticas. Son las siguientes:
En consecuencia, si se cumplen estos puntos, estaremos ante un diseño que tiene en cuenta lo social.
Lo cierto es que el impacto de este tipo de diseño es diverso. Y también lo es que los cambios que se consiguen son reales y que tienen un impacto a largo plazo. Hay una serie de casuísticas que podemos destacar y que marcan la diferencia. Son las siguientes:
La huella ecológica es uno de los principales impactos del diseño, tanto para bien como para mal. El uso de materiales autóctonos o foráneos, reciclables o no, y el ciclo en kilometraje que tiene que hacer hasta llegar al usuario o consumidor son cuestiones a tener en cuenta.
Hay que tener en cuenta que la reducción de la huella de carbono es uno de los principales ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Y cualquier cuestión relacionada con la Agenda 2030 lo considera central. Los principales países están comprometidos en esta estrategia de rebaja de emisiones. No estará de más, pues, que se haga hincapié en este aspecto para cumplir con las premisas.
Existe, sin embargo, una guía para minimizar los problemas. Por lo general, se valorarán aquellos diseños con materiales que reduzcan el impacto sobre la huella de carbono.
Las condiciones de vida de la población donde se fabrica un diseño son, también, un elemento fundamental. En este caso, se da importancia a tres aspectos:
Todas estas cuestiones son centrales para facilitar el trabajo. No está de más, pues, que las tengas en cuenta.
La accesibilidad es otra de las cuestiones importantes que has de tener presente. Un diseño, como se ha dicho antes, ha de tener vocación global y de integración.
Por ejemplo, un diseño puede facilitar el lavado de ropa en lugares donde no hay mucha agua disponible. U otro ejemplo interesante es el de los productos que incluyen letras en braile para que las personas con problemas de visión puedan leerlos. Por lo tanto, el objetivo final es evitar que la mayoría se quede atrás.
En definitiva, la idea de accesibilidad es central para lograr una sociedad más igualitaria e inclusiva.
El diseño socialmente responsable es, por muchos motivos, un reto de futuro. Saber en qué consiste y el impacto que tiene sobre el entorno servirá para conocer cuál es su proyección. La Agenda 2030 va a hacer que el diseño, en los próximos años, tenga que seguir esta pauta.