La gestión de residuos es un asunto que cobra una gran importancia en la actualidad por el volumen generado a nivel mundial. Y es que ha aumentado drásticamente en las últimas décadas, sin un final a la vista. Sin duda, se trata de un desafío para la salud del planeta.
Los residuos tienen diferente impacto en el medio ambiente, ya que son de muy distinto tipo. Obviamente, algunos son más nocivos que otros pero todos, de alguna forma, generan una huella en la Tierra. De ahí que sea imposible entender el desarrollo sostenible sin una buena gestión de residuos.
El tratamiento de los desechos es más que simplemente recoger basura. También incluye la reducción de la cantidad de residuos producida por el ser humano, la prevención de la contaminación, y la aplicación de una forma eficaz de eliminarla. Se puede realizar mediante el reciclaje y el compostaje, para reducir la cantidad de basura que genera el hombre. Además de evitar la contaminación mediante el uso de métodos como la reducción de envases, y el uso de paneles solares para obtener la energía necesaria en el día a día.
La gestión de residuos juega un papel clave para mejorar la calidad de vida de las comunidades y reducir la degradación ambiental. El proceso incluye todas las actividades involucradas en la reducción de la cantidad de residuos a eliminar. Esto comprende la prevención, la reutilización, el reciclaje o el compostaje, entre otras estrategias.
Los desechos generados en el planeta representan un problema de ingentes dimensiones. Según la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos, dicho país produce alrededor de 258 millones de toneladas de desechos cada año. Esto supone un aumento de 36 millones de toneladas con respecto al año pasado. Los programas de prevención y gestión de desechos son los mejores, cuando se trata de reducir la cantidad de desechos que produce un país.
Una de las mejores formas de prevenir la contaminación es reutilizando o reciclando materiales. Al usar materiales ya utilizados, a menudo se puede evitar extraer nuevos productos del suelo o talar árboles innecesariamente. Por esta razón es una gran idea optar por el reciclaje, ya que productos que existen pueden ser la "materia prima" para otros.
El reciclaje y la reutilización se erigen, así, como dos formas adecuadas de reducir la cantidad de recursos que se generan en todo el mundo. Pero, también, es posible optar por materiales biodegradables, que no tienen un impacto alto en la naturaleza.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) buscan conseguir la gestión adecuada de los productos químicos y los residuos, de manera que los efectos no se propaguen por agua, aire o suelo. Así no afectarán a la salud de personas y animales. Una forma de lograrlo es mediante el establecimiento de un enfoque proactivo, integrado y holístico de la gestión de residuos y sustancias químicas.
Uno de los aspectos más críticos de la gestión de residuos sostenible es la implementación de procesos que generen la menor cantidad posible. La población de las principales ciudades sigue creciendo, y es necesario hacer un uso eficiente de los recursos de los que se disponen. En caso de no hacerlo, la calidad de vida de quienes viven en estas áreas disminuirá gradualmente y, en última instancia, conducirá a un mundo con un nivel aún mayor de pobreza.
La gestión residual en una sociedad moderna es un proceso vital que debe cuidarse para mantener la salud y la seguridad de la comunidad. Los desechos pueden provenir de fuentes diferentes, pero existen dos categorías principales: no biodegradables y biodegradables.
Los residuos no biodegradables se definen como todo aquello que no se descomponga en un entorno natural. Esto incluye plásticos, metales, vidrio y la mayoría de los demás materiales artificiales. Los residuos biodegradables, por otro lado, son cada vez más comunes, porque se descomponen de forma rápida y natural en entornos naturales sin necesidad de plantas de tratamiento de aguas residuales.
Ejemplos de no biodegradables son los vertederos e incineradores, y el compostaje de biodegradables. Algo importante que hay que señalar: para clasificar algo como biodegradable, la basura debe estar compuesta por al menos un 50% de componentes naturales como madera o papel, mientras que los no biodegradables son principalmente plásticos u otros materiales sintéticos.
En el año 2000, el gobierno japonés lanzó una campaña para fomentar el reciclaje y proteger los recursos naturales, “Recyclemania”. En general, Japón siempre ha estado por delante de otros países en la adopción de nuevas tecnologías para reducir su impacto ambiental. Una de estas tecnologías se llama “Waste Management System”, un proceso de reciclaje de biomasa o biorresiduos, como restos de comida o materia vegetal, que se somete a un proceso biológico para que pueda ser reutilizado como abono para agricultura y silvicultura.
Por otro lado, el país nipón ha alcanzado una de las tasas de producción de residuos per cápita más bajas del mundo. Su sistema de gestión de residuos es, así, un modelo internacional para otros países.
En este sentido, Japón recicla casi dos tercios de sus desechos domésticos, que es una de las tasas más altas entre las naciones industrializadas. Esto incluye latas de aluminio al 76%, botellas de plástico al 71%, y papel al 68%.
En una economía de cero residuos, el reciclaje de material tendría un gran impacto en las personas y las empresas. El proceso de reciclaje de material será más difícil a medida que aumente la demanda de ciertos materiales. En algunos casos, incluso podría ser más costoso.
Sin embargo, esta economía de desperdicio cero puede ayudar de muchas maneras. Por ejemplo, puede proporcionar soluciones de embalaje sostenibles, reducir el uso de plásticos y otros materiales no degradables, mejorar las tasas de reciclaje y reducir el número de vertederos. Huelga decir que esto es francamente positivo para el desarrollo sostenible.