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El objetivo número 2 de desarrollo sostenible es poner fin al hambre. Para ello, es crucial tener en cuenta el concepto de seguridad alimentaria. Este término aparece por primera vez en los años 70 y, desde entonces, se ha modificado en base a distintas variantes. Se trata de un aspecto que las personas que se dedican al sector de la nutrición humana deben conocer.
La Cumbre Mundial de la Alimentación que se celebró en 1996 en la ciudad de Roma estableció que la seguridad alimentaria consiste en el acceso a todos los niveles a unos productos alimenticios que sean nutritivos, que se puedan consumir de forma segura y en bastante cantidad. Solamente así se puede asegurar que la población tendrá sus necesidades alimenticias satisfechas para poder tener una buena calidad de vida.
Naturalmente, es importante medir el nivel de seguridad alimentaria en cada país, para saber qué políticas es necesario implementar para que sus ciudadanos no tengan problemas a este respecto.
Para ello, la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, establece un baremo:
Hay muchos factores que influyen en la seguridad alimentaria. Algunos de ellos son los siguientes.
La falta de agua es un factor que provoca que haya muchos países que necesiten comprar grano en lugar de poder cosecharlos ellos mismos. Los niveles de agua de la tierra hoy son deficientes para el cultivo de la tierra.
Sin duda, este es otro factor que afecta considerablemente a la seguridad alimentaria. Es necesario pensar que las prácticas agrícolas intensivas dañan el suelo, lo que provoca que cada vez más haya más extensiones de tierra en todo el mundo que no se pueden cultivar. Esto, a su vez, genera falta de producción de alimentos.
La atmósfera es un factor determinante en la forma en la que se producen los alimentos y en la calidad de los mismos. En la actualidad, la contaminación provocada por emisiones puede hacer que la agricultura se vea muy perjudicada.
Obviamente, el número de personas en todo el mundo también es un factor a tener en cuanto en referencia a la seguridad alimentaria, ya que cuantas más personas haya, más difícil será satisfacer las necesidades alimentarias de todos.
Tras haber disminuido de forma progresiva durante años, la cantidad de personas que padecen hambre (medido por la prevalencia de desnutrición) está creciendo de nuevo desde el año 2015. Actualmente, casi 690 millones de personas en el mundo padecen hambre. Esta cifra equivale al 8,9 por ciento de la población mundial.
Si la tendencia se mantiene, más de 840 millones de personas se verán afectadas por el hambre en el año 2030.
Según el Programa Mundial de Alimentos, la cifra de personas que padecen hambre severa ronda los 135 millones. Además, la pandemia de COVID-19 podría llegar a provocar que esta cifra se duplicase. Por todo ello, es urgente favorecer el aumento de la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible.
La alimentación es un aspecto fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad. Las necesidades nutricionales básicas de la población deben estar cubiertas. De lo contrario, surgirán muchos problemas, tanto individuales como colectivos.
Hay acciones que se pueden llevar a cabo para ayudar a que la seguridad alimentaria sea real en toda la población, sobre todo, en aquella más desfavorecida.
Entre las medidas que se pueden adoptar están, por ejemplo, la creación de elementos como bancos de grano para ayudar a que los agricultores puedan cultivar la tierra, o, a nivel de instituciones, programas de ayuda para la producción de alimentos y para prevenir y ser capaces de dar respuesta adecuada en caso de que se produzca una crisis alimentaria.
Es muy importante que todas las personas cuenten con la formación adecuada para que puedan disponer de todos los conocimientos necesarios para realizar el cultivo de la tierra adecuado.
Para hacer frente a los riesgos con los que nos encontramos, la Organización para la Alimentación y la Agricultura insta a los países a llevar a cabo las siguientes acciones: